La prevalencia de linfedema en mujeres operadas de cáncer de mama es de entre un 10% y un 67%, dependiendo de los tratamientos realizados, tipo de cirugía, la quimioterapia y la radioterapia. Aumenta su probabilidad cuando se realiza linfadenectomía axilar (procedimiento quirúrgico en el que se extraen los ganglios linfáticos en la axila), y se aplican tratamientos de radioterapia y quimioterapia con taxanos.
En pacientes tratadas de cáncer de mama que no han desarrollado inicialmente un linfedema, es importante enseñarles medidas de prevención para evitar que aparezca, como son: ejercicios diarios de miembros superiores, mantener buena higiene e hidratación de la piel, evitar heridas o picaduras de insectos con el uso de guantes y mangas largas, y en caso de sufrirlas observarlas y tratarlas para prevenir que se infecten. Asimismo, hay que tener especial cuidado en la manicura o corte de uñas, evitar usar prendas que comprimen o pulseras o relojes, extracción sanguínea o toma de tensión arterial, así como calor excesivo y cambios de temperatura bruscos, y no manipular grandes pesos.
Con el propósito de visibilizar esta afección, la experta de la SERMEF ha explicado que el “linfedema es una de las principales secuelas tras la extirpación de los ganglios linfáticos en pacientes con cáncer de mama que consiste en un acumulo anormal de líquido linfático que se manifiesta como hinchazón en el brazo”. “Para su prevención y tratamiento es imprescindible el seguimiento por parte del médico de Medicina Física y Rehabilitación”